lunes, 1 de julio de 2013

Pablo Neruda


“Mariposa de otoño”



La mariposa volotea

y arde —con el sol— a veces.

Mancha volante y llamarada,

ahora se queda parada

sobre una hoja que la mece.

Me decían: —No tienes nada. 

No estás enfermo. Te parece. 

Yo tampoco decía nada. 

Y pasó el tiempo de las mieses. 

Hoy una mano de congoja 

llena de otoño el horizonte. 

Y hasta de mi alma caen hojas. 

Me decían: —No tienes nada. 

No estás enfermo. Te parece. 

Era la hora de las espigas. 

El sol, ahora, 

convalece. 

Todo se va en la vida, amigos. 

Se va o perece. 

Se va la mano que te induce. 

Se va o perece. 

Se va la rosa que desates. 

También la boca que te bese. 

El agua, la sombra y el vaso. 

Se va o perece. 

Pasó la hora de las espigas. 

El sol, ahora, convalece. 

Su lengua tibia me rodea. 

También me dice: —Te parece. 

La mariposa volotea, 

revolotea, 

y desaparece.



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